La isla de los faisanes, ópera prima de Asier Urbieta, se centra en una trágica realidad muy poco conocida, la de las personas que mueren intentando cruzar el Bidasoa, frontera entre España y Francia. Jone Laspiur y Sambou Diaby son los protagonistas.
“Han sido nueve los casos de personas que han muerto intentando cruzar la frontera del río Bidasoa”, sentencia Asier Urbieta, que debuta en la dirección de un largometraje con La isla de los faisanes, una película con fondo social y de denuncia que interpela al espectador y le lleva a preguntarse qué podemos hacer cada uno de nosotros en la tragedia de la migración.
Además, esta historia muestra una realidad de nuestro país apenas conocida. El propio director, coguionista con Andoni de Carlos, reconoce lo poco que sabía de este problema hasta que un día leyó en un periódico la noticia de unos ciclistas que, mientras disfrutaban de un paseo por la ribera del Bidasoa, escucharon a unas personas pedir auxilio porque estaban ahogándose.
Una de ellas se lanzó al rescate, la otra se quedó paralizada en la orilla. Y Urbieta pensó en lo que hubiera hecho él. Una pregunta que hace ahora desde su película a los espectadores.
VIVIR DE ESPALDAS A LOS PROBLEMAS
La isla de los faisanes reproduce esa noticia que leyó a través de una pareja local, Laida y Sambou. Ella no lo piensa y se tira al río a salvar a una de las personas que intenta cruzarlo. Él, atenazado por el pánico, no puede hacer nada. Poco después, aparece el cadáver de un hombre.
“Me parecía muy interesante crear ese dilema y también mostrar lo que sucede en una especie de normalidad, la de una Europa sin fronteras y en una frontera natural que nosotros podemos cruzar día sí, día no, sin ningún problema. Ahí, otras personas viven situaciones así de peligrosas, se están ahogando en ese río. Y eso nos interpela a todos”, dice el director.
“No podemos vivir de espaldas a los problemas que ocurren al lado de nuestra casa”, sentencia. “Hay en la pareja una persona que se lanza y otra que no, pero al final hay un grupo que se junta para ayudar a cruzar a las personas en tránsito –continúa–. O sea, de alguna manera la película lo que quiere contar es que por muy poquito que puedas hacer tú como individuo, pues ya será algo, y seguramente que, si te juntas con más gente, pues se puede conseguir más. El inmovilismo no es una actitud interesante ante los problemas”.
PEQUEÑOS GESTOS
Jone Laspiur (Ane) y el actor de teatro Sambou Diaby son los protagonistas de este drama,en el que desde lo local se quiere abrazar un problema global urgente. Ibrahima Kone, que debuta en el cine en esta película, Itziar Ituño y Josean Bengoetxea completan el reparto de La isla de los faisanes, un título que se refiere a ese espacio natural, el condominio más pequeño del mundo.
Rodada en euskera y francés, la película compitió en el 48o Göteborg Film Festival, tras el que ha viajado al Festival de Málaga, en sección oficial fuera de competición. Es el título elegido para inaugurar el 22o Festival de Cine y Derechos Humanos de San Sebastián. “Me parece que es un escaparate súper importante”, dice el director, que añade: “También estar en Málaga es importante, porque da visibilidad a un problema y espero que reaccionemos de alguna manera”.
TRÁFICO ILEGAL
“Dentro de la Europa sin fronteras están ocurriendo estas cosas –subraya Asier Urbieta–. Ésta es una película de entretenimiento con la que intentamos el disfrute de verla, pero, por otro lado, está el contenido y de alguna manera interpela al espectador. Al final, un pequeño gesto puede cambiar las cosas. Yo he hecho una película, otros hacen fotografías, otros están en la red de acogida de Irún… cada uno, con sus pequeños gestos, puede hacer muchas cosas para que la situación cambie, porque esto no tiene sentido”.
Para conseguir este objetivo, el cineasta se ha documentado meticulosamente sobre la realidad de las personas que intentan cruzar esta frontera natural y sobre las que intentan ayudarlas. “Están acusando a gente de tráfico ilegal de personas. Es alucinante, porque al final es gente que está intentando ayudar a otros a cruzar un puente que deberían poder pasar por sus propios medios. Son juicios que no prosperan, por el momento no han podido meter en la cárcel a nadie, pero…”
La isla de los faisanes, que ha nacido con esta intención de remover conciencia, es una ópera prima con ciertos riesgos que, por ejemplo, planteó dificultades a su director, sobre todo en las secuencias rodadas en el agua. “Siempre es difícil y aunque no sea muy ancho el río, tiene bastante corriente. Se tuvo que ensayar mucho esa secuencia y rodarla con especialistas. No sé si lo parece o no, pero no ha sido una película fácil de rodar”.