Crítica: ‘Air’

Ben Affleck en 'Air'

★★★½/★★★★★

A comienzos de los ochenta, Nike era un cero a la izquierda. Nada parecía indicar que la sección de baloncesto de aquella tímida marca de equipamiento deportivo fuese a tener siquiera la posibilidad de competir con Adidas y Converse, las dos grandes multinacionales líderes del sector. Pero, en el año 84, el comercial Sonny Vaccaro, con gran ojo para el basket, cambiaría el rumbo de la historia al ser capaz de entrever antes que nadie el tremendo potencial de un jovencísimo Michael Jordan, quien, no mucho tiempo después, llegaría a ser considerado el mejor jugador de la historia del baloncesto.

Cuatro décadas después de todo aquello, Ben Affleck (Ciudad de ladrones, Argo) retoma su intermitente carrera como director para contar el difícil proceso que precedió al momento en que el jugador comenzó a lucir las famosas zapatillas Air Jordan tras fichar por Nike

Cuidado: Air no es una película sobre baloncesto. Tampoco es un biopic sobre Michael Jordan (quien ni siquiera aparece en pantalla). Air es un relato acerca de un hombre (Vaccaro) que se atrevió a poner en juego la supervivencia de una (por aquel entonces) pequeña compañía al confiar en su instinto y convencer a sus superiores de apostarlo todo a una única carta. Una demostración de fe ciega que, si bien podría haber supuesto su ruina personal y profesional, terminó por llevar a la marca a lo más alto. 

Si la historia funciona tan bien en la pantalla (es deliciosamente entretenida) es por tres factores. El primero, su guion (por muy «de manual» que sea): una excelente clase magistral de cómo convertir una serie de acontecimientos reales en una historia que merezca ser contada. A la excelente narrativa y los sólidos personajes escritos por Alex Convery se suma la magnífica interpretación de Matt Damon como Vaccaro y la dirección de Ben Affleck, puro nervio scorsesiano (salvando, claro está, las distancias: su puesta en imágenes está muy lejos de competir con la caligrafía visual del autor de Uno de los Nuestros o Toro Salvaje).

Air acierta de lleno al no centrase en la historia con mayúsculas (es decir, en el relato del éxito), sino en el largo proceso que la antecede: el difícil día a día de su protagonista; el esfuerzo que quizá nunca vaya a ser recompensado; la fe que, a cada paso, amenaza con flaquear. No es la estrella (Jordan) lo importante aquí: es el tipo mundano y gris que no desespera en su intento de cambiar las cosas. Hasta que lo logra. Las lecturas ideológicas que puedan desprenderse de todo ello darían ya para otro artículo.

Lo mejor: Guion, dirección e interpretación protagonista. ¡Ah! Y su maravillosa banda sonora (de los Dire Straits a Cindy Lauper).

Lo peor: Los convencionalismos propios del biopic a los que la película se aferra (véanse, como ejemplo, las típicas cartelas finales acerca del ‘qué pasó después’).

Air (cartel)

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