Crítica ‘La niña de la cabra’: Un bello y oscuro ‘coming of age’

Crítica de 'La niña de la cabra', segundo largometraje de la directora Ana Asensio, que llega a los cines el 11 de abril.

★★★

En su segundo largo como directora, Ana Asensio se asoma a la infancia de una niña de ocho años, de nombre Elena, que vive junto a sus padres y su abuela en el extrarradio de Madrid, a finales de la década de los ochenta. En mitad de los preparativos de su Primera Comunión tienen lugar dos acontecimientos que la llevarán a tomar conciencia de sí misma y replantearse la visión del mundo que hasta el momento le han inculcado: por un lado, el fallecimiento de su abuela, hecho que la enfrentará por vez primera a la cuestión de la finitud; por otro, la llegada a su barrio de una niña gitana cuya familia organiza en la plaza, todos los domingos, un espectáculo ambulante protagonizado por una cabra. Partiendo de aquí, la película aborda, desde el exclusivo punto de vista de su joven protagonista, el proceso de autoconocimiento de una niña cuyo despertar al mundo resulta hermoso muchas veces, aterrador otras tantas. Entroncando con la tradición del cine naturalista que en los últimos años vienen transitado muchas cineastas españolas, Ana Asensio se aleja del cine de género (en su primer largo, Most Beautiful Island, se aferró a los códigos del terror para dar forma a un desasosegante relato sobre sobre el desamparo) para retratar con delicada finura el momento liminal que atraviesa una niña que empieza a tomar conciencia de que no todo tiene por qué ser como le han contado (la cabra, animal asociado al pecado en las narraciones bíblicas, puede ser también, si lo miramos desde otro prisma, símbolo de una sana desobediencia). La flaqueza que puede achacarse a la película de Asensio tiene que ver con la cierta rigidez que impregna sus formas: da la impresión, en ciertos pasajes, de que el relato habría alcanzando un mayor grado de verdad si sus actrices no hubiesen estado tan pegadas al texto. Un cierto espacio al azar y a la improvisación habrían otorgado a la película, en fin, una aroma de frescura y libertad que, en ocasiones, se echa en falta. Con sus imperfecciones, la de Asensio continúa siendo un bello cuento que rezuma sensibilidad por todos los poros.

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