★★★½
Noémie Merlant es una de las actrices y directoras más interesantes del cine francés reciente. Especialmente desde que coprotagonizara la maravillosa Retrato de una mujer en llamas, de Céline Sciamma, junto a Adèle Haenel, ha demostrado en cada una de sus elecciones un nuevo matiz y un total compromiso. De París, Distrito 13 a Tàr, de El inocente a Un año difícil, de Un año, una noche, de Isaki Lacuesta a la fallida, pero interesante y bienintencioanda Emmanuelle.
Las chicas del balcón es su segunda película como directora, después de Mi iubita, mon amour (2021), y en esta se reúne de nuevo con la actriz Sara Codreanu y también se deja un papel protagonista. Vuelve a ser un reparto coral y en el centro está de nuevo la amistad entre mujeres y la sororidad como escenario, salvavidas y parte imprescindible. Si en aquella escogía un género aparentemente más ligero como la comedia romántica para reflexionar sobre cosas más profundas como los prejuicios raciales, de clase… Aquí, sigue con esa sensación aparentemente ligera, entre la comedia, la farsa y el terror, para ponerse muy seria contra la violencia sexista y sexual ejercida contra las mujeres.
Las chicas del balcón son tres amigas (Merlant, Codreanu y Souheila Yacoub) que viven en el mismo piso en un barrio de Marsella. En plena ola de calor, sin aire acondicionado, pasan mucho tiempo en ese balcón del título, intentando aliviarse con ventiladores, agua… Desde ahí descubren a un vecino (el Lucas Bravo de Emily en París) al otro lado con el que en seguida empiezan a flirtear. El flirteo pasa a más y él, fotógrafo profesional, las invita a su casa, la cena se transforma en fiesta y en la fiesta, una de las tres amigas, se queda con él… a continuación se dispara el festival de sangre. Merlant no escatima en el líquido rojo, ni en el espíritu gore para denunciar toda la brutalidad que se llega a ejercer contra las mujeres para después apropiarse de ella y vengarla.
Por eso, también en Las chicas del balcón hace suyos giros, códigos, estéticas y chistes. Desde la flatulencia involuntaria que sufre su personaje a la imagen Marilyn Monroe con la que se viste, con peluca platino y vestidos escotados. Presenta tres amigas a priori estereotipadas en esos prototipos moldeados para el gusto masculino imperante, la modosita, la liberada (que incluso tiene página de algo similar a Onlyfans), la atacada… son tres mujeres al borde del ataque de nervios que deciden tomar el control y romper con todo.
Para Merlant esta es una película catártica en la que ella misma exorciza los demonios que arrastró y escondió durante años después de ser abusada sexualmente por un fotógrafo cuando era joven. Y esa rabia y esas emociones se sienten en una película que, aunque imperfecta, sigue demostrando el interés que nos merece esta actriz y cineasta.
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