Crítica ‘Reina Roja’: entretenida, funcional y mil veces vista

Reina Roja

★★½/★★★★★

Por Pelayo Sánchez

Cuando el hijo de una poderosa magnate aparece asesinado grotescamente en su mansión, y la hija del hombre más rico de España es secuestrada, la organización Reina Roja se pone en marcha. Los encargados de la investigación serán Jon Gutiérrez (Hovik Keuchkerian), un policía vasco temperamental que está a punto de ser expulsado del cuerpo, y Antonia Scott (Vicky Luengo), oficialmente la persona más inteligente de la Tierra con un cociente intelectual de 242.

Reina Roja es una miniserie de televisión tan entretenida, asequible y fácil de digerir como, en definitiva, sumamente prescindible. La adaptación de esta primera entrega de la saga de Antonia Scott, la exitosa trilogía editorial de Juan Gómez Jurado, es, en la inmensa mayoría de sus apartados, correcta: está bien escrita, está bien filmada, está bien interpretada (sus protagonistas, Vicky Luengo y Hovik Keuchkerian, son sin duda lo mejor de la ficción). También cuenta con un par de guiños divertidos al Vértigo de Hitchcock y a El silencio de los corderos de Demme (y mucho de Saw y de las adaptaciones de Millenium, la saga de Stieg Larsson).

La intriga criminal desarrollada a lo largo de sus siete capítulos cuenta con los suficientes alicientes, giros y sorpresas como para resultar de interés (aunque se torne en exceso tramposa y culebronesca en sus últimos episodios); funciona el apartado dramático; funcionan también, aunque en menor medida, los destellos cómicos que, a través de los diálogos, buscan dotar al relato de una cierta distancia irónica dado lo trillado del género en el que éste se enmarca. Lo que ocurre es que, cuando todo es tan correcto, acaba siendo también muy poco interesante.

Es en lo manido de su argumento y desarrollo donde, pese a los remiendos humorísticos, la ficción flojea: ya hemos visto todo esto cien millones de veces (y, sobre todo, ya lo hemos visto mejor). La puesta en escena de Koldo Serra tampoco ayuda a elevar el conjunto: es (una vez más) correcta, funcional y, en ocasiones (menos de las esperadas), inteligente, pero su entramado formal (sus imágenes, su sintaxis, su diseño sonoro) carece por completo de expresionismo, de aspereza y de un cierto riesgo (y, con todo ello, de esa atmósfera opresiva que el relato pide a gritos), tres ingredientes que podrían haber sumado algunos puntos a esta narración de usar y tirar.

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