Colman Domingo protagoniza, junto a un grupo de expresidiarios, ‘Las vidas de Sing Sing’: «Soy actor porque el arte me salvó la vida»

Colman Domingo

Sólo un año después de Rustin, Colman Domingo podría volver a aspirar al Oscar gracias a su trabajo en Las vidas de Sing Sing, retrato de un grupo de convictos que hallan redención a través del teatro.

Por Nando Salvá

En Las vidas de Sing Sing, dirigida por Greg Kwedar y situada a caballo entre la ficción y el documental, el actor Colman Domingo lidera un reparto compuesto mayormente por expresidiarios.

Eres coproductor de Las vidas de Sing Sing además de su protagonista. ¿Qué te atrajo de la película?

Sobre todo, vi en ella la posibilidad de destruir estereotipos. La sociedad piensa que los hombres negros, especialmente los que están en prisión, son todos tipos peligrosos sin sentimientos y hay que erradicar esa creencia, destruir la masculinidad tóxica que la fundamenta.

Es importante demostrar que en las cárceles hay personas que se sienten vulnerables y se arrepienten de lo que hicieron, que quieren ser mejores y son capaces de mostrar cariño y ternura los unos a los otros.

La mayoría de tus compañeros de reparto en la película son exconvictos que en su día participaron en el programa RTA. ¿Qué aprendiste de ellos?

Todos ellos dicen lo mismo: “Si yo hubiera descubierto el teatro cuando era niño, no habría acabado en la cárcel”. Hace mucho tiempo que el aprendizaje artístico desapareció de las escuelas públicas estadounidenses, y eso es inaceptable. El arte nos enseña a empatizar con los demás, a conectar… Y eliminar el arte de las escuelas deshumaniza a los alumnos. En algunos casos, peor aún, los empuja a un camino que termina en las puertas de la cárcel.

¿Dirías que la película habla también de las deficiencias del sistema penal estadounidense?

No hemos querido hacer una película política ni generar polémica. Pero debo decir una cosa: rodamos en una prisión real, que había sido clausurada hacía apenas dos semanas, y estando en ella podías percibir una energía muy negativa, como si faltara el aire.

Nadie debería ser recluido en lugares como esos, da igual el delito que hayan cometido. Rehabilitarse en ellos es completamente imposible.

Estuviste nominado al Oscar el año pasado por el biopic Rustin, y muchos te consideran favorito para volver a serlo gracias a Las vidas de Sing Sing. ¿Cuánto te importan los premios?

Yo no soy actor para ganar premios. Soy actor porque lo necesito, porque el arte me salvó la vida. Pero lo cierto es que empecé a experimentar el reconocimiento cuando llevaba 30 años de carrera, y lo disfruto mucho.

Siento que poseo el don de contar historias complejas sobre hombres afroamericanos. Puedo dar vida a cualquier personaje y no voy a dejar que el poder de mi talento se vea limitado por mi condición de hombre negro y homosexual; porque si yo me pongo ese tipo de limitaciones, el resto del mundo hará lo mismo. Tengo una misión y cada nueva película me convierte en un hombre más completo.

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Fotos: Matt Winkelmeyer-Alberto E Rodríguez-Getty Images

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