Paz Jiménez habla sobre su debut como directora, ‘Como Dios manda’, protagonizada por Leo Harlem

Como Dios manda

Por María Sanz

Andrés Cuadrado es un señor chapado a la antigua, de los de como Dios manda, que huele a Varón Dandy, luce traje impecable, tirantes perfectamente colocados, en su maletín nunca falta la foto de su hija haciendo la primera comunión y pinta naturalezas muertas en sus ratos libres. Andrés Cuadrado lo tiene todo y está a punto de quedarse sin nada, cuando se resiste a entender que esa realidad hecha a su medida, en la que disfrutaba de privilegio tras privilegio, no es la única que existe, que el mundo está cambiando y que impera eso de renovarse o morir.

A Andrés Cuadrado, una quiere odiarle cuando, escena tras escena, le ve socarrón, con respuestas machistas, razonamientos racistas, actitudes tránsfobas y comentarios homófobos. Pero, al final, no puede. Porque Andrés Cuadrado, un hombre recto, escrupuloso, que se vanagloria de no haber necesitado usar típex en los 40 años que lleva trabajando como funcionario para el Ministerio de Hacienda, se va a convertir en un pez fuera del agua cuando se vea obligado a pasar seis meses trabajando en la cartera de Igualdad, como castigo tras un incidente con una compañera.

El choque de dos mundos está servido para que Como Dios manda sea una película que, en clave de humor, se atreva a hablar de la importancia de explicar, pero también de querer entender, de la necesidad de contruir puentes y, sobre todo, de respetar. “Yo creo que esos dos mundos están rozándose continuamente, que hay gente propensa a abrirse de mente de manera más rápida y otros que, desgraciadamente, no; pero creo que no es tan ficción lo que le pasa a Andrés Cuadrado”, cuenta la directora Paz Jiménez sobre su primer largometraje

Tanto es así que, según relata la directora, el origen de Como Dios manda se encuentra en las anécdotas que contaba una trabajadora social amiga de Gonzalo Bendala y Marta Velasco, CEOs de la productora Áralan Films, y que sirvieron al primero como semilla para el filme. Y como la realidad siempre supera la ficción, este Andrés Cuadrado que interpreta Leo Harlem –la gran estrella del cine familiar reciente tras las sagas Padre no hay más que uno y A todo tren– también tiene trazas inspiradas en hechos reales.

“Yo tengo 45 años. En nuestras generaciones, ¿quién no ha tenido en casa un abuelo, un padre, una madre o un tío con esas ideas muy chapadas a la antigua? No hace falta una persona que lo inspire, sino que son pinceladas de todo. En mi caso, de todo lo que llevo escuchando desde pequeña”, reflexiona Jiménez. 

Como Dios manda

EL PROTAGONISTA ABSOLUTO

Andrés, que es cuadriculado hasta en el apellido, se nutre de formas de pensar y proceder más propias de otro tiempo, firmes, inamovibles y retrógradas, y empieza a colapsar cuando la realidad le muestra que también hay otras maneras de vivir la vida que son igual de válidas que la suya.

Leo Harlem estuvo desde el principio en el proyecto. De hecho, tras ver la película resulta complicado imaginarse a otro actor en el papel. Leo le aporta al personaje su buen hacer, su comicidad y un contrapunto entre ternura y canalla. “Leo es un tipo muy tierno, pero también muy férreo para muchas cosas. Es súper trabajador, súper puntual, súper metódico con sus guiones, con su texto. Es un currante y eso es muy Andrés Cuadrado. Y luego es un tipo con un gran corazón y un gran compañero”, describe la directora.

Andrés Cuadrado despierta ternura, pero sin que eso nos lleve a blanquear las actitudes de las que hace gala. En cambio, sí nos invita a plantearnos que pueda haber gente que no esté entendiendo cómo hemos evolucionado en los últimos años. La cuestión que marcará la diferencia es si ese no entender es porque nadie le ha explicado lo que está ocurriendo o porque no le da la gana comprenderlo. 

“El Andrés Cuadrado del principio, con sus salidas de tono y los improperios, lo llevamos desde un punto de vista tierno, de es que esto es lo que a mí me han enseñado. Pero no es porque tenga mala leche y quiera herir a nadie, sino porque yo lo aprendí así y así lo expreso”, reflexiona Jiménez. En ese sentido, han jugado mucho con la incredulidad, con ese encogerse de hombros que deja ver un “pero, ¿y ahora qué he hecho?” o “esto está cambiando muy rápido y no me estoy enterando de nada”, resume.

Para jugar con el personaje y obligarle a evolucionar, querían un grupo de actores y de actrices muy diferentes, que no fueran caras muy conocidas, pero al mismo tiempo que fueran lo suficientemente solventes como para descolocar a Leo Harlem en determinadas circunstancias. María Morales, Julián Villagrán, Stéphanie Magnin, Daniel Pérez Prada, Mariola Fuentes… “De repente, eran actores como de otros géneros o de otras películas, como muy modernos y Leo es un tipo más clásico”, desarrolla. Buscaron los dos extremos y apostaron también por darles libertad para improvisar y que se lo pasaran bien.

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EL DIFÍCIL EQUILIBRIO DEL HUMOR

De esa praxis surgieron escenas como la que protagoniza María Morales (Donde caben dos). En un taller de prevención contra el acoso en el trabajo, la actriz improvisa una enumeración de chistes y piropos machistas. La inspiración de semejante palabrería la encontró en un listado que le había pasado un amigo por WhatsApp. El resultado son las caras de perplejidad y el no poder aguantarse la risa del resto de actores. 

“La secuencia estaba hecha para que los compañeros se escandalizaran, pero es que nadie se puede aguantar la risa y eso nos pasa a todos: se dicen barbaridades que ahora sí que son políticamente incorrectas, pero es que hace 25 años nos estábamos riendo casi todos y casi todas”, reflexiona Jiménez para explicar que lo que han intentado es, sin frivolizar, darle un toque de humor a un mundo que se está poniendo un poco cuesta arriba.

Nadie se libra, aunque reconoce que de las cosas que más vértigo le dieron a la hora de dirigir su primera película fue la posibilidad de ofender a algún colectivo. “Hubo una fase muy inicial del proyecto en la que me puse a destripar el guion un poco y me preocupé porque no sabía si los del colectivo trans se iban a sentir en algún momento ofendidos por algo. Pero luego estaba retratando a un personaje, el de Julián Villagrán, que es gay, luego es drag, y pensaba, ‘¿habrá algo que ofenda al colectivo gay porque es drag y en su vida privada hace espectáculos?”.

Es consciente de que siempre va a haber alguien que se moleste, pero hace balance y considera que en la película se han reflejado varios colectivos que pueden estar en riesgo de exclusión social y que lo han tratado con ternura y cariño. “Aunque los temas son muy candentes políticamente y muy delicados porque hay gente que ha sufrido mucho, y sigue sufriendo, no deja de ser un humor tirando a blanquito. Y luego, creo que está llevado por parte de los actores con elegancia y con temple”, resume.

Como Dios manda

UNA HISTORIA QUE SE CUENTA CON DETALLES

A un hombre tan decimonónico como puede ser Andrés Cuadrado y a las realidades por las que va a transitar a lo largo del filme le han dado forma mujeres del siglo XXI. En el equipo de la película abundan los nombres femeninos en los puestos de dirección. Desde el guion de Marta Sánchez o la dirección de fotografía a cargo de Eva Díaz, cuyo trabajo en Los europeos había cautivado a Paz Jiménez por cómo trata la luz; hasta Vanesa de la Haza, directora de arte de Áralan Films, pasando por el gusto exquisito de Ainhoa Badiola al frente de vestuario.

Entre todas ellas concibieron dos mundos que tenían que ser claramente diferentes, que supusieran un viaje para el protagonista (y el espectador acompañándole) desde un entorno claustrofóbico y cerrado, escenificado en el Ministerio de Hacienda, a otro luminoso y abierto, como era el de Igualdad. Hasta la cámara se mueve diferente. “Eran dos formas de contar: un Andrés Cuadrado inicial y otro que se va abriendo. Y estábamos todos de acuerdo, tanto Eva con la cámara como en arte, e incluso, a nivel de vestuario también hay una evolución en el personaje”, explica.

Y todo ello con Málaga, la ciudad de la directora, como telón de fondo. “Málaga tiene también un contrapunto muy Andrés Cuadrado, sigue manteniendo sitios con su solera y su historia; pero luego en 15 años se ha convertido en una de las capitales del arte contemporáneo de Europa y se le ha dado un cambio de cara al casco antiguo que parece que puedes estar paseando por una de las grandes capitales europeas”. Por lo de contar la historia con detalles que decíamos.

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