José Manuel Carrasco estrena su segunda película como director, Miocardio. Protagonizada por Vito Sanz, Marina Salas y Luis Callejo, es, entre otras cosas, una comedia sentimental sobre un reencuentro.
Por Laura Sanz
Pablo está en crisis. Una mañana, la que toca fondo, su teléfono suena misteriosamente. Es Ana, la chica que le rompió el corazón hace más de 15 años. A lo largo de una jornada, Pablo podrá resolver cuentas pendientes. Esta premisa podría parecer suficiente para explicar al espectador qué se encontrará cuando vaya a ver Miocardio, pero es sólo la trama de la que se sirve José Manuel Carrasco (El diario de Carlota) para contarnos su visión sobre la vida.
“En primer lugar tenía la necesidad de mandar un mensaje optimista, un canto a la vida”, explica. “Esto que voy a decir es pedante, pero nace de la idea del eterno retorno de Nietzsche, de que el tiempo no es lineal si no que son bucles. El concepto de que la vida se repita no está mal, es una nueva oportunidad de hacerlo mejor”. Él mismo reconoce que, lo que le ha llevado a lanzarse con su segundo largometraje, es que había pocas opciones de poder haberlo pasado.
“No creo que otro director pudiera haberla entendido”, afirma. “Quería hacer algo pequeño, intimista, muy de mi estilo. Es algo que he ido tratando en mis cortos y en teatro, me gustan mucho las películas habladas”, añade. Y para muestra, una anécdota de rodaje que descubrió en el primer visionado para el equipo: “Luis Callejo me hizo un comentario que no me había dicho durante el proceso, había cosas que no comprendía, pero quería confiar en que yo lo tenía claro”.
Miocardio no sólo es claramente una película de personajes, sino que según transcurre la historia, el espectador verá cómo los protagonistas se construyen bucle tras bucle. Pablo (Vito Sanz, Volveréis) y Ana (Marina Salas, Yo, adicto) aprenden a medida que avanza el relato en una especie de ensayo constante de su propia vida, su ruptura y su reencuentro: “El guion es un mecanismo de relojería muy complejo.
“Tanto Marina como Vito tienen formación teatral y ensayamos mucho y en continuidad, fueron viendo el arco completo de su personaje. Al grabar eso les ayudó a saber el punto de la historia en el que estábamos”. Una figura imprescindible en este viaje –que, como la vida, se repite, pero nunca es igual– es el personaje de Luis Callejo (Tarde para la ira), un narrador que no es lo que parece y que nos acompaña hasta el gran giro final, que no revelaremos, aunque el propio Carrasco le quita importancia. “Le da una lógica a todos los finales que vemos en la película, pero hay un aprendizaje que creo que es importante”, resalta el director. “Como se dice en la película: ‘Lo difícil no es encontrar el final a una historia, es encontrarle el principio”.