En Tierra de nadie, Albert Pintó (Nowhere) firma una oda a la amistad en un thriller de suspense que se desarrolla en el marco de un Cádiz azotado por el tráfico de drogas.
Esto es un narco, un guardia civil y un depositario judicial. Podría parecer el comienzo de un chiste, pero es la historia de tres buenos amigos, a los que dan vida Karra Elejalde, Luis Zahera y Jesús Carroza, contada por el director Albert Pintó.
¿De qué nos habla Tierra de nadie?
No va sobre el conflicto de las drogas. Ese es el contexto en el que ponemos a tres personajes que son tres amigos. Para mí, era más interesante contar la relación de tres amigos de toda la vida y cómo este conflicto les afecta en sus vidas personales y en su relación.
Aprovechar sus historias para reflejar cómo el problema de la droga atraviesa la sociedad.
Claro, lo interesante es llevarlo al drama personal de cada uno. Tenemos a Luis Zahera, que es un guardia civil que tiene que proteger a la sociedad, pero, a la vez, tiene familia, amigos y todo entra en conflicto. Tenemos a Jesús Carroza, que está en medio, que ayuda a la Guardia Civil pero también es amigo de algunos que trapichean. Y después, tenemos a Karra Elejalde, que está en el lado de los que trapichean y cómo se ve empujado a eso. Lo interesante era pivotar en las tres vidas, ver cómo les afecta y hacer una oda a la amistad de tres amigos a los que la vida los ha llevado a tomar decisiones opuestas.
Una amistad muy pura si sobrevive a esos caminos opuestos.
Mi aproximación a la película era ver hasta dónde llega la amistad, qué somos capaces de hacer por un amigo, cómo la vida nos pone contra las cuerdas al tomar decisiones y, sobre todo, lo que sería el titular es que lo que pasa allí afecta directamente a las vidas de la gente.
¿Teníais claro el casting de Tierra de nadie?
Los tres personajes principales fueron elegidos a dedo porque son tres grandísimos actores; pero también me apetece hablar de los secundarios porque es una película que, más allá de los tres amigos, intenta mostrar sus satélites y el mundo que les rodea. Entiendes todas las partes desde otros guardias civiles, sus parejas, una jueza… e intentamos dibujarles con sus matices y sus conflictos. La suma de todo el reparto nos da un sabor y un olor de lo que pasa ahí.
¿Y cómo fue el rodaje?
Tuvimos que apretarnos mucho el cinturón porque la película parece más cara de lo que es, pero porque hubo algo de reto: todo son localizaciones reales exteriores en Cádiz y en Barbate. Eso siempre es muy duro porque tienes que trabajar con las inclemencias del tiempo.
Además, hay muchas secuencias de acción, hay algunas de mar con lanchas, cortamos el puente de La Pepa, que es muy icónico en Cádiz. Rodamos apenas siete semanas y cada día te jugabas, como quien dice, la final de la Champions.