Alexander Skarsgård pensaba que sabía en lo que se estaba metiendo cuando recibió el guion de Matabot. A priori, el título de esta nueva serie de ciencia ficción de Apple TV+(que llega este viernes, 16 de mayo, a la plataforma) sugería acción, violencia, quizás un androide letal al estilo Terminator. Lo que encontró fue, sin embargo, algo muy distinto: un ser profundamente misántropo, con ansiedad social severa, que solo quiere que lo dejen en paz… para ver su telenovela favorita.
“Imaginé un cyborg musculoso con sed de sangre”, se ríe el actor. “Pero Matabot no quiere salvar el mundo. Solo quiere evitarlo”.
La serie, basada en las exitosas novelas de Martha Wells, es un proyecto tan inusual como su protagonista. Y fue esa rareza lo que atrajo no solo a Skarsgård como actor, sino también como productor. Desde el diseño del casco hasta el nivel exacto de sarcasmo en la voz del personaje, se involucró en cada detalle junto a los showrunners Chris y Paul Weitz. “Nos encantó que no fuera una parodia”, explican los hermanos. “Es una comedia muy particular. Su humor no es un chiste: es una forma de defensa emocional”.
En efecto, el humor es el corazón de Matabot, pero no del tipo que espera el espectador habitual de ciencia ficción. Aquí no hay neones ni batallas espaciales coreografiadas. Hay silencios incómodos, miradas desconcertadas y diálogos cargados de ironía. Murderbot, unidad de seguridad reprogramada, no entiende las emociones humanas… y, a la vez, parece comprenderlas más que nadie. “Para él, las relaciones se basan en dar y recibir órdenes. Todo lo demás es un misterio”, cuenta Skarsgård. Ese desconcierto genera momentos que oscilan entre lo absurdo y lo conmovedor.
Los Weitz tenían claro que no querían repetir moldes. “No es una distopía ni una ópera espacial. Lo que nos interesaba era capturar el tono muy específico de las novelas originales: irónico, lúcido, a veces doloroso”, cuentan.
Aunque Skarsgård parezca una elección obvia por su imponente físico, los Weitz aclaran que fue todo menos evidente. “Sí, es guapísimo”, se ríen. “Pero por dentro es un nerd completo. Literal. Es raro. Eso es Matabot”.
El actor se sumergió en el guion línea por línea, cuestionando cada palabra: “¿Esto lo diría realmente Matabot?”. Su interpretación física del personaje —andrógina, contenida, siempre al borde de la incomodidad— es solo una de las posibles, ya que el personaje, como en los libros, no tiene género ni sexualidad definida.
El reparto que lo rodea también escapa a todos los clichés. Mensah, la líder de la misión, sufre ataques de pánico. Garothan, inicialmente percibido como un antagonista, lucha contra una adicción. “Queríamos que todos pareciesen personas reales atrapadas en una situación extraordinaria”, explican los Weitz. Esa dimensión emocional no siempre estaba en las novelas, pero fue una adición bienvenida, trabajada en conjunto con Martha Wells, quien revisó cada nuevo giro con ojo crítico.
Más allá de su irreverencia, Matabot también dialoga con la tradición del género. Skarsgård reconoce influencias como Star Wars o Star Trek: The Next Generation, pero insiste en que la serie “no se parece a nada que haya visto antes”. Para él, su atractivo radica en cómo subvierte el arquetipo del androide heroico: su aspecto intimida, pero por dentro solo quiere ver su programa sin ser molestado. “Queríamos jugar con las expectativas visuales y emocionales”, resume.
¿Y qué le depara el futuro a este robot que odia interactuar? Skarsgård no se atreve a predecirlo, pero se ilusiona: “Hay mucho material por adaptar. Martha creó un universo increíble. Ojalá el público lo abrace para poder seguir explorándolo”.
