Una joven donostiarra incapaz de soñar encuentra fortuitamente El Sueño de La Sultana, una novela que imagina ‘el país de las mujeres’: ellos confinados y relegados a las tareas del hogar, ellas en los puestos de poder. Inés emprende un viaje en busca de esta utopía y de las trazas de su escritora. Así comienza una película del mismo nombre que se ha convertido en la primera animación europea en competir por la Concha de Oro en San Sebastián, que confirma el buen momento del sector proyectando también Dispararon al pianista y Robot Dreams: “A nivel de festivales en España hay grandes trabajos, y que se hayan hecho en un lugar donde las escuelas están contadas con los dedos de la mano es increíble”, celebra Isabel Herguera, una directora rodeada de paralelismos con su proyecto: “Entré a una galería de arte y me encontré con el libro sobre una mesa. Nada más ver la portada supe que ahí había algo que me apetecía contar”.
Ese algo es esta novela futurista escrita en 1905 y el legado de su autora, Begum Rokeya: “He trabajado en la India desde 2005 que llevo dando clases y esto ha sido un acceso directo al trasfondo histórico de lo que era el país a comienzos del siglo XX. Académicos e historiadores me han apoyado en este viaje dentro de los feminismos del país y nos han guiado a través de lo que pudo haber sido su figura”. Se refiere al Dr.Sudanhya Dasgupta , al Dr. Moushumi Bhowmik y al Dr.Tathagata Neogi, expertos y conocedores del terreno que ha explorado la directora en El sueño de la sultana.
En principio, Herguera se planteó este proyecto como unos talleres con mujeres, idea que retomaría más adelante, pero la historia evolucionó hacia un viaje a través de la India en busca de la utopía. “Casi todos los lugares que aparecen los he visitado", explica.
La película está dividida en tres partes que se vertebran en tres tipos diferentes de animación. La vida de la autora del libro, Begum Rokeya, está narrada a través de recortables que recrean un teatro de sombras. El viaje de Inés, la protagonista ficticia, está hecho en acuarelas e intenta reproducir los bocetos de los cuadernos de Herguera.
Para la adaptación literal del cuento se contó con un grupo de artistas del tatuaje temporal utilizando la técnica Mehndi, que solo usa henna, y que han aplicado sus diseños a la película: “Entré en contacto con el sindicato de mujeres trabajadoras para la protección de las que trabajan en industria textil. Me interesaba trabajar con las artistas de esta técnica, y a ellas les interesaba ver cómo sus mujeres podían aplicar su oficio a la animación, ahí surgió esta colaboración”.
Sorprende que una mujer de esa época y sin acceso a la educación pudiera imaginar en Calcuta una realidad de este calibre y que sigue siendo ciencia ficción en nuestros días. El sueño de la Sultana no es un relato de igualdad, es una inversión de roles llevada al extremo. Paradójicamente, la autora acabó viviendo su propia utopía, porque más tarde se convertiría en educadora: “Rokeya se imaginó un mundo extraordinariamente radical de venganza hacia los hombres que recorremos en esta travesía en la que no hay presencia masculina más allá del amante de Inés, que logra concienciarse de su condición de mujer. Ellos están ahí como concepto, más que como figuras”.
Este proyecto se enfrentaba además a un reto: adaptar un trabajo de gran envergadura, que requiere de procesos integrados en la gran industria, a los códigos del cine de autor, con los que venía trabajando Herguera hasta ahora: “He contado con un equipo fabuloso que ha sabido adaptarse a una manera de hacer más de autor que de industria. La parte Mhendi está hecha en un estudio muy pequeñito y mantuvieron ese carácter sin dificultad. Para la parte en 2D pude contar con un estudio que supo funcionar de ambas formas, sin olvidarse del procedimiento industrial estuvieron abiertos a otras formas de encontrarnos”.
Buena parte de la película ocurre también en escenarios de Donosti, de donde procede Herguera, que ya participó en un homenaje a su tierra en la película colectiva Kalebegiak, en 2016: “Como la animación es un proceso tan largo, para convencerme y sentirme parte de la peli creo entornos en los que me siento bien y conozco. Donosti es casa y me apetecía incorporarlo al relato”.
Es la primera vez que tres mujeres compiten por la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián y también la primera que lo hace una animación europea: “Yo ya había visto una peli de Jaione (Camborda compite con O’Corno),y por su puesto conozco el trabajo de Coixet, me parece alucinante competir con estas figuras, llegar a la selección ya ha sido un premio enorme”.
Después de un largo trabajo documental sobre la vida de la autora y un recorrido de reconstrucción de la que podría haber sido su vida hasta llegar a concebir El sueño de la sultana, la directora ha podido hacerse una idea de su presencia en el país y la vigencia de su legado: "El discurso de Rokeya sigue estando presente, no hemos avanzado tanto. Las jóvenes conocen bien la obra en el este, sobre todo en Bengala, de donde ella procedía, en otras zonas no tanto. Cuando que comencé el proyecto apenas encontraba cosas traducidas, pero ahora se ha revalorizado bastante y poco a poco se va reconociendo su discurso”.
Herguera vuelve a fascinarse recordando la hazaña que ha convertido en película: “Es un homenaje a un libro a través de su autora”.
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