Cecilia Atán y Valeria Pivato se reúnen de nuevo en La llegada del hijo para explorar los límites de los sentimientos maternales y la violencia y orden patriarcales que ordenan nuestro sistema.
Alan (Angelo Mutti Spinetta) acaba de salir de la cárcel y vuelve a casa con su madre, Sofía (Maricel Álvarez). Alan tiene sólo 20 años y hace cuatro cometió un crimen del que vamos descubriendo las piezas, razones y consecuencias en evocaciones en las que vemos a Sara (Greta Fernández) a lo largo de La llegada del hijo (estreno en cines 9 de mayo), segunda película de Cecilia Atán y Valeria Pivato, que se estrenó el pasado septiembre en el Festival de San Sebastián y llega ahora a España en perfecto momento con el debate abierto de la serie Adolescencia y esos jóvenes llenos de odio y violencia. Pero a diferencia del éxito de Netflix, estas cineastas ponen el foco en el después.
“Nuestra película retoma el tema desde ahí, con la salida de la cárcel de ese hijo que cumplió su condena legal y vuelve a la casa materna”, explican. “El juicio administrativo ya pasó, la condena fue cumplida, pero ¿qué pasa con esa relación maternofilial íntima? ¿Cómo se reconstruye? ¿Es posible hacerlo? ¿Qué hacemos, como sociedad, con un adolescente que atravesó el horror de la cárcel y a su vez, tiene una vida socialmente activa por delante?”.
Por el éxito de la serie Adolescencia, estamos hablando estos días mucho de la violencia de los hombres jóvenes hacia las mujeres… ¿de dónde sale exactamente vuestra historia? ¿También de la preocupación por esta terrible tendencia?
Sin duda. Las estadísticas de feminicidios a nivel mundial no descienden y la réplica de mandatos heredados parece repetirse infinitamente. En nuestra opinión, la serie Adolescencia dialoga con nuestra película en dos aspectos: el primero tiene que ver con poner sobre la mesa la crisis de masculinidad que existe hoy, que afecta a las nuevas generaciones y que encuentra en la violencia hacia las mujeres un modo de reafirmación. Pero sin duda en ambos personajes (tanto en el de la serie, Jamie, como en el de nuestra película, Alan) no es lo único que opera; existen más dimensiones, además de las referidas al género que fallan: la policía, la escuela, la familia, la mirada patriarcal del sistema judicial.
Por otro lado, en la serie, la frase final del padre “Debería haberlo hecho mejor…” elige ser el punto de llegada de la narración. Ahí termina la historia, poniendo el foco, según nuestro entender, en la carga de culpabilidad que tienen los adultos, tan contundente como incuestionable. Nuestra película, La llegada del hijo, retoma el tema desde ahí, con la salida de la cárcel de ese hijo que cumplió su condena legal y vuelva a la casa materna. El juicio administrativo ya pasó, la condena fue cumplida, pero ¿qué pasa con esa relación maternofilial íntima? ¿Cómo se reconstruye? ¿Es posible hacerlo? ¿Qué hacemos, como sociedad, con un adolescente que atravesó el horror de la cárcel y a su vez, tiene una vida socialmente activa por delante?

Las directoras Cecilia Atán y Valeria Pivato @Mariano Biasin.
La llegada del hijo habla, entre muchas cosas, de la posibilidad de las segundas oportunidades, de recomposición después de una tragedia como la que sufre… ¿desde un universo pequeño, el de esta familia, queréis hablar de y a la sociedad entera? De la posibilidad e importancia del perdón también.
Es conocida la frase de “pinta tu aldea y pintarás el mundo” de Tolstoi y de alguna manera, este es el marco de sentido de nuestras historias. Hay algo provocador en esa intimidad, en ese universo pequeño al que invitamos a los espectadores a asomarse, que inevitablemente hace de espejo, cuestionando lo que cada uno es. El amor maternal incondicional, como es concebido desde que el mundo es mundo, implica perdonarlo todo, pero ¿eso es posible? La duda, el castigo, el perdón, el amor y sus límites son grandes temas que nos convocan como cineastas, en un tiempo en donde todo pareciera ser extremadamente individualista y autorreferencial.
Habláis también de maternidad, de los límites y tabúes de lo maternal, quizá cuestionando el último que queda, la posibilidad de rechazar a un hijo, y también se habla de sexualidades, de deseo de las mujeres… hay muchos temas… ¿partisteis de ellos o del personaje para escribir la película?
En principio partimos del deseo compartido de seguir trabajando juntas como dupla creativa después de terminar nuestra ópera prima, La novia del desierto. Y estableciendo una continuidad simbólica, nos zambullimos aún más en el universo femenino. La maternidad significó históricamente para la mujer el norte que daba un sentido profundo a su existencia y alrededor de ese único destino posible se organizó un sistema de creencias, mandatos, deseos. Pero al mismo tiempo, creemos que siempre existieron tantas formas dematernar como madres en el mundo y nos propusimos entonces el desafío de representar aquello que durante tanto tiempo estuvo acallado. Por supuesto, tal cual mencionas, conviven otros temas que se entrelazan y se desprenden de esta premisa central. Por ello, nuestra intención con La llegada del hijo es establecer un diálogo, una reflexión, una pregunta. No intentamos sentenciar ni facilitar respuestas. Deseamos aportar desde nuestra mirada otra manera de pensarnos como mujeres y madres, dentro de la sociedad aún machista que habitamos.
Maricel Álvarez es una artista destacada en varias facetas, muy reconocida, pero este ha sido su primer papel protagonista, ¿qué os llevo a pensar en ella como Sofía?
El personaje de Sofía presentaba desde su concepción infinidad de retos. No sólo por ser el que lleva la mayor carga dramática de la historia, sino porque se mueve entre matices silenciosos de dos extremos de la naturaleza humana: el amor y el dolor. Maricel se impuso como nuestra Sofía, sobre todo, por su profunda comprensión del personaje, por su actitud indagadora y por su entrega al proceso sin preconceptos. A través de una interpretación delicada, frágil, compleja nos invita a seguirla, atravesando el relato con tremenda contundencia.
Me gustaría que me hablarais también de la elección de Greta Fernández.
Greta fue para nosotras y para La llegada del hijo, lo que su personaje, Ángeles, significó para Sofía: un oasis, un nervio vital, un claro de luz que contrasta y sostiene al relato entero. El personaje que interpreta tiene la responsabilidad de perdurar en el recuerdo de Sofía y en el de los espectadores, más allá del tiempo de pantalla. Greta, además de ser una gran actriz, desprende potencia y singularidad. Su mirada interpela, moviliza. Y tuvimos la fortuna de poder organizar el calendario de rodaje de manera tal de darnos el tiempo de ensayar y abordar juntas las incógnitas que se presentaban en el ejercicio de sus secuencias, todas de muchísima entrega emocional y gran compromiso. Con ella filmamos la primera semana de rodaje y si bien fue para nosotras como directoras muy exigido este contexto –por la dificultad técnica que implicaban sus escenas– al mismo tiempo fue un regalo maravilloso, porque su estela perduró en Sofía, en nosotras, y en todo el equipo hasta el último día.

@marcos ludevid
En cuanto a la narración, ¿cómo construisteis finalmente la historia yendo y viniendo, entregando pequeñas pistas de todo lo que estaba ocurriendo y había ocurrido? ¿Se dejaron mucho para la sala de montaje?
El montaje final de la película está escrito en el guion literario. Desde los primeros bocetos de tratamiento, la estructura se impuso tal cual se refleja en el filme. Por supuesto que con el correr del tiempo, el diálogo entre las líneas narrativas –pasado y presente– se fue puliendo, densificando, ecualizando a través de un trabajo minucioso y obviamente encontró su forma definitiva en la fase final de montaje con la colaboración maravillosa de Teresa Font. La película expresa, desde su estructura original, el ejercicio que hace Sofía para unir las piezas del rompecabezas que habita en su memoria emocional, evitando la literalidad y la sobre explicación. Desde el origen, confiamos en que ese era nuestro norte.
Y la clásica pregunta sobre el trabajo conjunto, a cuatro manos y dos cabezas, ¿cómo os organizáis?
Nuestra manera de codirigir es singular y parte de un trabajo mancomunado que hacemos desde la escritura del guion. No ejercitamos la división de tareas en este campo, en donde ortodoxamente algunas duplas se dividen la dirección de actores y el trabajo del encuadre. Hacemos las dos, todo. Ambas tenemos mucha historia previa como técnicas de cine y esos roles anteriores nos permitieron desarrollar una manera personal de abordar el trabajo conjunto, que potencia la experiencia de ser dos. Además, contamos con un equipo técnico que comprende nuestra naturaleza y que respeta ambas voces, aún en los momentos en los que podemos no coincidir. Pero justamente esas diferencias son las que sentimos nos hacen crecer como directoras, nos permiten ejercitar la flexibilidad y generar un ambiente democráticamente creativo y menos verticalista, como el que vivimos nosotras en nuestros comienzos en el cine. Corrernos del esquema heteropatriarcal nos ha abierto la puerta a infinidad de recursos que valoramos mucho a la hora de poner en funcionamiento la producción de nuestro cine.
Hicisteis La llegada del hijo entre elecciones, ¿cómo se ve ahora con el gobierno argentino actual? ¿Creéis que su mensaje e intención se actualiza y cobra más valor?
La película se estrena comercialmente primero en España y próximamente anunciaremos la fecha de estreno en Argentina. Sí, definitivamente creemos que el mensaje de la película se actualiza y cobra más valor en el contexto actual, pero no sólo por el tema central que la atraviesa, sino también porque creemos que su mensaje tiene una doble llegada. En primer lugar, repercute en ese espacio íntimo sostenido por el sistema de creencias de cada uno de los espectadores. En segundo lugar, refuerza su sentido en todos los espacios en donde el avance de la derecha lleva adelante violentas guerras culturales con el fin de reforzar una idea tradicionalista de los roles de género. Muchas veces estas corrientes incorporan a su retórica supuestas ideas liberales, por lo menos en lo que ataña a la defensa de la igualdad de la mujer, pero sólo de una manera formal, como si se tratara de un slogan de venta que es funcional al período de elecciones. Luego, en la práctica, eso no sucede. Puntualmente, las situaciones de violencia entre adolescentes cruzan todos los límites; hoy estar hablando de un grupo de compañeros de escuela que planean un tiroteo y una masacre en el ingreso de su turno al colegio secundario no es un titular distópico en absoluto. Eso tiene que ser inevitablemente para nosotros una tremenda alarma. Como adultos responsables debemos dejar de mirar hacia otro lado, para asumir la magnitud del problema y su universalidad.
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