¡La Danza de los Dragones por fin ha comenzado! Con lo sucedido en el explosivo cuarto episodio de la segunda temporada de La Casa del Dragón, ya no hay vuelta atrás y la guerra de los Targaryen es ya inevitable. Sin embargo, un detalle nos devuelve al Trono de Hierro y al personaje de Daenerys Targaryen, que sin saberlo tenía razón sobre un asunto en particular.
No, no estamos hablando de sus acciones en el final -que en cualquier caso están justificadas por el hecho de que "cada vez que nace un Targaryen, los dioses lanzan una moneda. Y el mundo contiene la respiración"-, sino de la orden que la Reina Dragón da a sus dragones para enseñarles a respirar fuego. Una palabra en alto valyrio que ya se ha convertido en habitual, quizá el legado lingüístico más pronunciado de la serie que terminó en mayo de 2019.
En la historia principal de Las crónicas de hielo y fuego, de George R.R. Martin, así como en la serie de HBO, Daenerys afirma haber elegido la palabra dracarys (es decir, "fuego de dragón") a propósito para que no pudiera confundirse con ninguna otra, para asegurarse de que al pronunciarla correspondiera a una sola orden precisa para sus tres dragones. En las novelas, ella especifica que se le ocurrió sola, porque, al fin y al cabo, los dragones desaparecieron del Viejo Mundo hace siglos y, aunque le enseñaron la lengua de sus antepasados, no había forma de saber exactamente qué les enseñaban a las criaturas aladas (no había manuales por ahí, al parecer).
Pues bien, el hecho de que en La Casa del Dragón la palabra dracarys siga siendo la utilizada para ordenar a los dragones que respiren fuego y llamas -como acaban de demostrar Aemond, Aegon y Rhaenys en el explosivo episodio El dragón rojo y el dragón dorado– confirma que Daenerys tenía razón, aunque fuera sin querer. Es probable que el spin-off se haya limitado a dar continuidad retroactiva a la palabra para no confundir demasiado al espectador, y es totalmente lógico que todos los Targaryen utilicen el mismo comando, pero digamos que los fans de Daenerys se alegrarán de que, al menos en esto, no haya nadie a quien echarle la culpa…
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