Uno de los personajes más representativos de la saga Bridgerton es la chismosa Lady Whistledown, una escritora anónima de la que tanto se habla y autora de un panfleto que hace que los protagonistas de la serie se desmayen con sus jugosos cotilleos.
Detrás de la pluma y los escándalos de Lady Whistledown, tal y como se revela a la sociedad en la tercera temporada, se encuentra en realidad Penelope Featherington (Nicola Coughlan), que ha aprovechado su condición de «forastera» para comentar sin molestar al resto de sus conciudadanos. Pero, ¿sabías que la historia de esta chispeante periodista no es del todo ficticia?
De hecho, hay muchos ejemplos de mujeres que escribían con seudónimos en la época, pero dos casos en concreto han surgido como posibles inspiraciones para la escritora de las novelas Bridgerton, Julia Quinn, y por tanto de la serie de Netflix.
Los cotilleos en la época de la Regencia
Al igual que en la serie, los ingleses de la época de la Regencia eran aficionados a los cotilleos. Como dice Hannah Greig, asesora histórica de Los Bridgerton, quienes buscaban noticias jugosas podían consultar periódicos y revistas como The Town and Country, en la que siempre había columnas con las últimas informaciones de la alta sociedad.
El tono era satírico y tendía a apuntar principalmente a la familia real y a los aristócratas . De notable interés fueron los escándalos amorosos y las relaciones , pero también las noticias relacionadas con las últimas modas en ropa y peinados, particularmente buscados por las chicas que no tenían la suerte de vivir en Londres.
Una diferencia importante con el mundo de la serie, sin embargo, fue la ausencia de nombres: a diferencia de Lady Whistledown, los periodistas de la época tendían a proteger a los miembros de la nobleza y sus buenos nombres utilizando seudónimos o limitándose a iniciales . Por otro lado, no era raro que el desafortunado fuera reconocido de todos modos y corriera el riesgo de perder la cara a causa de los chismes: en estos casos, el remedio recomendado era escapar a la finca para calmar la situación.
Mrs Crackenthorpe – La mujer Tatler
Su identidad secreta nunca se descubrió: algunos la han identificado con la escritora y activista política Delarivier «Delia» Manley, otros con un grupo de varias mujeres y otros con un hombre, el abogado y dramaturgo Thomas Baker.
Eliza Haywood – El loro
Una segunda figura que podría servir de inspiración para Lady Whistledown es Eliza Haywood, autora de la columna The Parrot, publicada por primera vez en 1746. También en este caso, la escritora adoptó el anonimato para difundir ideas muy llamativas en la época por su carácter transgresor y para criticar la hipocresía de la clase noble inglesa.
Publicada semanalmente, la columna era conocida sobre todo por sus firmes opiniones sobre cuestiones de género y raza. La escritora adoptó la imagen de un loro, sacado de su hábitat en las Indias y obligado a vivir en una casa aristocrática de Inglaterra. Desde su jaula, pasando desapercibido por su naturaleza animal, el ave critica y comenta el comportamiento de sus contemporáneos. El loro se impone así como una voz diferente, marginada por ser extranjera y verde: una metáfora para hablar del racismo e invitar a la sociedad inglesa a superar los prejuicios.
A diferencia de en la serie, por tanto, la cotorra informaba a sus lectores de que «no le interesaban los cotilleos por los cotilleos, sino los cotilleos con una enseñanza moral». Haywood vivió toda su vida de la escritura y el periodismo, fundando más tarde la publicación periódica The Female Spectator (la primera escrita por una mujer para mujeres) y publicando novelas, guiones y novelas cortas. La más famosa, y la que causó más escándalo, es Fantomina (1795), en la que una mujer asume cuatro identidades distintas (incluida la de prostituta) para engañar y manipular a un hombre.