★★★½
Alex Garland y el veterano Ray Mendoza reconstruyen en Warfare: Tiempo de guerra la experiencia real que vivió el segundo.
Mientras era asesor de Alex Garland en Civil War, el veterano de guerra, Ray Mendoza le contó al director su traumática experiencia en Irak. Un episodio en concreto que le había marcado para el resto de su vida y eso que él fue de los mejor parados en su pelotón de Navy SEALs emboscados durante una operación, en la que algunos compañeros murieron, otros quedaron mutilados y todos, como Mendoza, traumatizados mentalmente.
Garland, que había dicho poco antes que no volvería a dirigir, se lanzó entonces a convertir aquella experiencia en una película absolutamente inmersiva, una película que, a pesar de todo, sirva como testimonio muy real de lo que es una guerra y de cómo la viven y sufren los que la pelean por otros que duermen tranquilos en sus casas a miles de kilómetros.
Warfare: Tiempo de guerra es mejor en su primera mitad, cuando la acción es casi nula, el pelotón llega a un pueblo en Irak, elige una casa, con una familia de civiles, como refugio, desde el que piensa atacar, aunque, en realidad, acaba siendo de defensa. Cada uno coge su posición, el tiempo pasa despacio, aunque es denso y muy tenso, hacer pis en una botella en un rincón, bromas entre ellos y lenguajes en código. Toda esa calma que antecede a la tormenta tiene poco de tranquilidad, es pura tensión contenida en pantalla y para el espectador.
Cuando la acción comienza a complicarse, la película sigue siendo igual de tensa, aunque la novedad no es tanta. Y, al final, en los homenajes, desde nuestra mentalidad europea, uno se pregunta si es de verdad esta una película antibelicista. Y así, cuesta defenderla o hasta entender el porqué
Como Garland recordaba en las páginas de BEST MOVIE, fue Truffaut quien dijo que cualquier película bélica glorificaba la guerra. Y, de alguna forma, es verdad. Aunque, en ese sentido, Warfare hace un especial esfuerzo en borrar todo glamour, sin música durante la acción y se ciñe a los hechos que han ido reconstruyendo a través de los recuerdos de todos los soldados implicados (lo único que quizá se podría atacar sobre esa glamurización es lo atractivos que son todos los actores que interpretan a los soldados reales), desde la objetividad de lo que ocurrió, intenta explicar que ni estos hombres son, en muchos casos, belicistas, que ni ellos quieren estar allí y que les cuesta muchos años, si lo consiguen, olvidar que estuvieron allí.
© REPRODUCCIÓN RESERVADA