Después del éxito de El hoyo, Galder Gaztelu-Urrutia continúa explorando las distopías sociales en La fiebre de los ricos, un thriller sci-fi sobre la cuestión migratoria con Mary Elizabeth Winstead como protagonista.
¿Cuál fue el origen de la idea?
Tras estrenar El hoyo, David Desola, uno de mis coguionistas, me contó que tenía una idea sobre un virus que afectaba solamente a las clases altas. Yo, por mi parte, llevaba tiempo con otro proyecto en la cabeza que encajaba bien con su propuesta.
¿Cuál era?
Tenía ganas de abordar la cuestión migratoria, pero desde el punto de vista de una persona privilegiada. Unir ambas cosas surgió de manera natural.
¿Cuál dirías, entonces, que es el tema de la película?
En cierta manera, el mismo que en El hoyo: el reparto de la riqueza y la forma en que quienes estamos en el norte global tratamos a las personas más necesitadas.
La fiebre de los ricos está dividida en dos partes muy diferenciadas.
Eso es. La primera parte es una sátira más alocada y trepidante sobre el mundo de los ricos; la segunda, un viaje de supervivencia que deja claro que hay cosas que no pueden tomarse a broma.
Repites con tu equipo de guionistas de El hoyo.
Sí. David Desola, Pedro Rivero y yo escribimos la película. Al estar rodada en inglés, en la fase final de escritura decidimos incorporar a Sam Steiner, guionista británico, para lograr un punto orgánico y natural en la escritura de los diálogos.
Esta es tu tercera película, y también tu tercera distopía.
Sí. El objetivo es común en las tres: sacar a relucir nuestras propias contradicciones y generar un debate con ello.
Con El hoyo, sin duda, lo conseguisteis.
Fue un exitazo, sí. Estuvo dos semanas como número uno mundial en Netflix y luego se mantuvo bastante tiempo con cifras muy altas.
¿Aquella primera película os abrió puertas para sacar adelante un proyecto como este, mucho más grande?
Sin duda. De todas maneras, las películas que nos gusta hacer son muy difíciles de financiar.
¿Por qué?
Porque resulta complicado imaginarlas con sólo leerlas sobre el papel. Es algo que entiendo perfectamente. Luego, una vez vistas en pantalla, los ejecutivos dicen: “¡Ah! Ostras. Así que era esto”.
¿Cuáles dirías que son tus influencias dentro del cine de ciencia-ficción distópico?
Son muy claras, sobre todo a nivel estilístico: Alien, Blade Runner… Las películas con las que crecí. Pero lo realmente determinante en nuestros guiones es, como te decía, la realidad social.
¿Cuál fue la escena más complicada de rodar?
Toda la película fue un reto. Pasamos de El hoyo, que sucedía en una sola localización, a una película en la que los personajes no paran de moverse de un sitio a otro.
Pero si tuvieses que elegir una… Las que suceden en el mar.
Técnicamente son complicadísimas: todo se balancea y el espacio para colocar los equipos es muy limitado.
¿Y de qué parte de la película estás más orgulloso?
De su tramo final: para mí, toda la historia se justifica cuando llegamos a la reflexión con la que concluye el relato.
¿Qué tal ha sido trabajar con Mary Elizabeth Winstead (Fargo III) en el papel protagonista?
Un lujo. Aportó muchas aristas a su personaje y, sobre todo, consiguió que fuese posible identificarse con alguien que, a priori, parece tan egoísta y desagradable.
Este año has estrenado dos títulos: El hoyo 2 y La fiebre de los ricos. ¿Tienes ya más proyectos en camino?
No creo que haya ningún cineasta en el mundo que no esté haciendo malabares con 10 proyectos a la vez. Pero lo difícil es eso: que lleguen a hacerse, que no acaben en un cajón. Esperemos que salgan adelante.
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